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Mosquito Sancineto, veinte años de improvisación

Buenos Aires – (Revista Imperio)

Ocurrente como pocos, desfachatado como ninguno, hizo carrera en el teatro off y saltó luego a la pantalla grande y a la televisión. Cargado de proyectos, se entrega a una charla de entrecasa en la que repasa el origen de su apodo, su relación con Isabel Sarli, y habla del travestismo entendido como arte.

Mosquito Sancineto, dos decadas de improvisacion

 

De improvisado, Sancineto no tiene nada. Mosquito es una usina de creatividad, no para; su genio, su mente, su espíritu, son un volcán en erupción. Irreverente, transgresor, clásico hasta la obsesión a la hora de defender el respeto hacia el teatro. Conoce y cita a los grandes autores de la literatura de todos los tiempos. Su formación académica es vasta y hasta él mismo se aburre al citarla. Pero lo cierto es que se formó con los grandes. Comenzó apenas adolescente en la Escuela Labardén y de ahí en más su corazón inquieto nunca abandonó las tablas. Lo convocan para presidir festivales de teatro y dar sus talleres de improvisación en toda Latinoamérica.
Entrar en la vida de Fabio Mosquito Sancineto es un privilegio único, una aventura sin límites, como abrir la caja de Pandora.

-¿Cómo surge el nombre que te inmortaliza?
-Siendo yo un niño quedé seleccionado después de un arduo casting para el film “Los chicos de la guerra”. En el proceso de ensayos, el director, Bebe Kamín, al observarnos nos decidía qué personaje iba a interpretar cada uno, y yo obviamente no encajaba en ninguno. Entonces decidió reescribir un personaje que ya tenía pensado que se llamaba “el Gordo”. Lo rebautizó Mosquito porque según su visión yo era un pibe que estaba todo el tiempo en acción, muy flaquito, con un rostro de ojos muy sobresalientes, nariz respingada. Así se le apareció la imagen del mosquito. Yo le dije: “¿Cómo un mosquito? Los mosquitos son pesados, molestos…” Y él me contestó: “Todo lo contrario, vos sos un mosquito simpático, que me hace reír”. Y Sancineto es mi apellido sanguíneo real, del cual estoy muy orgulloso.

El cine

-Esa fue la primera de una larga serie de películas exitosas del “otro cine argentino” que filmaste. ¿Cuáles le siguieron?
-En los ‘80 me tocaron todos personajes villeros y marginales. “Perros de la noche” de Teo Coffman, “Ciudad oculta” de Andechaga. , “El sol en botellitas” de Valladares, donde fui protagonista. Y en los ‘90 me ascendieron y ya era el jefe de la bandita en “Hijo del río” de Capellari, que fue vanguardia en el tema de incluir actores no profesionales de las villas en los castings. Con él también filme “Sin querer”, en 1996, con la actuación de Angela Molina.

-¿Cómo fue trabajar con Jorge Polaco y la Coca Sarli?
-Con Polaco filme dos películas: “La dama regresa” y “Viaje por el cuerpo”, y la experiencia fue fabulosa. Él es un artesano, cada imagen está bien trabajada, es realmente un cuadro; y tiene una voz de mando muy particular, muy exigente; trabaja con planos secuencia donde monta movimientos que son casi una coreografía y ser parte de eso es fantástico porque después ves el logro final y te maravillás. Y con la Coca, bueno…toqué el cielo. Es una Señora, una madraza, la respeto, la quiero y la extraño. Y la última película que valoro mucho es “El delantal de Lili” (2003). Me divertí al filmarla y es en la única en la que hago de travesti, ¿Qué curioso, no?

-¿No te da un poco de bronca o impotencia, con toda esta carrera, que para el medio sigas estando en un segundo plano?
-Es la pelotudez del medio que subestima, con todo este currículum y no me convocan. Te llenan de elogios y halagos, te dicen “vos tenés que hacer televisión, sos genial, sos talentoso”, y después no te llama nadie. Carajo, mierda…(risas).

-La mayoría de tus proyectos son autogestionados…
-En ese sentido sí me siento un artista de primera línea y más aún, porque puedo gestionar mis propias ideas, asociarme a otros artistas que me estimulan y se comprometen con un mismo proyecto. Esa unión da como resultado el muy buen producto que por más de veinte años el público elige venir a ver y llena la sala. Gracias a Dios…

-¿Sos creyente?
-En mis momentos de euforia sí. Creo en Jesucristo, en la institución de la Iglesia nunca.

Dos décadas

-En teatro surgiste del mítico espacio Babilonia, del Parakultural y  Medio Mundo Varieté…
-En Babilonia me hice conocer con la famosa Herótica, donde componía un  personaje que en ese momento fue de culto: B.B. Veneno. En el Parakultural éramos la segunda generación de artistas de varieté. Y en el Rojas, que en ese momento era muy interesante en cuando a propuestas artísticas, monté varias obras y durante muchos años dicté mis cursos.

-¿Y cómo llega el Match de Improvisación a tu vida?

Ningun improvisado

-Hace justo veinte años, en marzo de 1988, participé del primer taller de match de impro en la Argentina, dictado por el maestro Claude Bazin. Fui seleccionado como jugador del match y asistente de él en sus clases. Cuando él partió yo quedé a cargo de la Liga de Improvisación de la Republica Argentina, junto con Pedro Cano y Eduardo Calvo.

-¿Nunca te cansás de la improvisación? ¿No te despertás alguna vez deseando no ser vos mismo?
-Ya es tarde para eso. Todas las mañana canto “Soy lo que soy, no tengo que dar excusas por eso…” (risas). Este género que logré imponer como tal me abre puertas constantemente. Infelices son los actores que vienen y me dicen “yo llegué a un techo”, porque este arte no lo tiene.

-Nunca entraste en pánico, con miedo a que no te surjan nuevas ideas en el escenario…
-Sí, me ocurrió, e inmediatamente surgió una idea salvadora. Y además la misma técnica desarrolla la confianza en el compañero que en ese momento está jugando con vos. Yo modernicé el espectáculo del Match…, por eso ahora se llama “Improvisación Mosquito” y paralelamente siempre desarrollo otros espectáculos vinculados al género.
Por ejemplo, el año pasado fuimos la primera compañía de improvisación que participó de Teatro x la Identidad.

Alta en el cielo

Participaste en la coordinación y entrenamiento de actores no profesionales en barrios carenciados para el scketch de Susana Giménez. ¿Volvés a la televisión?
-Hay un piloto con un pie adentro y otro en cámara lenta…(risas). Y sí, merezco estar en la televisión.

-Alguien diría que justamente es al revés, que no te merecés padecer la televisión…
-Es verdad, la televisión es horrenda pero soy masoquista.

-Última frase célebre de un poeta fracturado…
-Soy un clásico con mente y espíritu rebelde. Los amo como son, y canten todas las mañanas… “Alta en el Cielo, un águila guerrera…” Esa soy yo.

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