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Secreto en el vestuario

Por Diego Rojas – (Veintitres)

¿Está preparado el fútbol para salir del closet?

La Seleccion Argentina de Futbol Gay (SAFGay) posó en sugestivo calendario

Un beso más en la pantalla. Pero no como cualquier otro. Durante un capítulo de Botineras, Manuel, interpretado por el modelo y actor Christian Sancho, se besó con Lalo, interpretado por Ezequiel Castaño. No debería extrañar: hace mucho tiempo que las relaciones gay se naturalizaron en las tramas de las producciones de la pantalla chica. Sin embargo, Manuel y Lalo son futbolistas. Juegan en Deportivo Cristal. Un equipo de la primera A. Entonces: alto. ¿Futbolistas homosexuales? ¿Era Botineras una serie de ciencia ficción? Debido a la nula existencia de futbolistas profesionales que hayan admitido ser gays, podría afirmarse esa hipótesis. Sin embargo, se sabe que, como las brujas, que los hay, los hay.

¿Qué elemento social no permite que el camino andado por la comunidad argentina –que ha avanzado mucho respecto de la aceptación de las diversas formas de vivir la sexualidad– se repita en el ámbito del fútbol? Para Diego “Chavo” Fucks, periodista deportivo, el fútbol “es un ambiente cerrado, machista, donde a veces se aloja lo peor que tenemos”.

–¿Conoce casos de futbolistas que hayan admitido su orientación sexual?

–Es difícil. Hace diez años Passarella dijo que no permitiría un jugador gay en un equipo que él dirigiera. Conocí sólo dos casos: uno de un jugador de la década del sesenta. El otro se refiere a una persona que jugó en grandes equipos e incluso en Europa que, cuando estuvo en un equipo del interior y ante los rumores que corrían, un día se presentó en una práctica junto a otro hombre y les dijo a sus compañeros: “Él es mi pareja. ¿Alguno tiene algún problema?”. Le preguntaron si era gay y se sacaron algunas dudas en el momento, pero después lo respetaron mucho y nadie hizo problemas. Pero dependió sobre todo de la valentía de ese jugador. En general creo que el ambiente del fútbol no está preparado, todavía, para aceptar que alguno de los suyos admita su homosexualidad. Claro que corren rumores, pero sólo conozco esos dos casos fehacientemente.

–¿Los directores técnicos se bancarían tener entre sus jugadores a uno abiertamente gay?

–Creo que no, a menos que haya alguno con la preparación de Marcelo Bielsa. Creo que allí está la cuestión: la mayoría de los jugadores no abre su mente formándose en otros ámbitos que no sean los del fútbol. Esto reproduce una situación de cerrazón y conservadurismo.

La SAFGay porta la bandera de la igualdad en sus presentaciones, pero ¿es asi la realidad argentina?

Oscar Mangione, psicólogo deportivo que prestó servicios en el equipo de Boca Juniors y que está escribiendo un libro sobre las relaciones entre jugadores y modelos, coincide con el periodista. “El fútbol es un espacio donde la cuestión homosexual no se va a comentar abiertamente: se trata de un bastión de la masculinidad expresada de forma chauvinista. Esta situación se reproduce en otras instituciones de características similares, por ejemplo, el ejército. Claro que allí también hay gays, pero que lo digan significaría una catástrofe para quien lo admita.”

–¿No es estadísticamente necesario que existan gays en la primera división?

–Si bien tienen que existir y, de hecho, existen, creo que debe haber muchos menos gays en el ámbito del fútbol que en la generalidad social. Del mismo modo que los porcentajes de homosexuales son mayores en un ballet, por ejemplo. En estos grupos existen tendencias que no sirven de modelos identificatorios. Existen prácticas homosexuales en un ambiente donde lo farandulístico lleva a que, muchas veces, se tenga, por ejemplo, sexo con travestis. Pero quienes lo ejercen no consideran que sea sexo homosexual, sino un divertimento. Es un ambiente donde los modelos identificatorios no son proclives a un modelo gay.

–Sin embargo, hay gays en las canchas.

–En el fútbol existen muchas personas que tratan de estructurarse como heterosexuales, pero que descubren su homosexualidad en el transcurso de su vida. Y se puede tolerar que existan sin que lo digan. Si se llega a saber, se produce una reacción de intolerancia, existe un rechazo muy grande a aceptar pluralidades.

–¿Conoció homosexuales en su práctica como psicólogo deportivo?

–Claro. Pero me lo plantearon en el tratamiento clínico. Los jugadores homosexuales lo guardan como un secreto bajo siete llaves. Sus compañeros no lo saben nunca. Hay un temor reverencial a ser visto como un ser “femenino”. Y eso que es un ambiente donde lo homosexual es una tendencia que inunda las concentraciones. Pero esas tendencias son expiadas hacia afuera. El fútbol atrasa un poquito bastante respecto de lo que pasa en la sociedad en general.

Veintitrés intentó consultar a varios jugadores respecto del tema. Sin embargo, cuando se revelaba el tópico de la nota, todos, menos uno, declinaron hablar. Para Facundo Sava, jugador de Quilmes, tener compañeros homosexuales no supondría un problema: “Te hablo por mí, pero yo no tengo ningún inconveniente con la orientación sexual de ninguna persona, ni en el ambiente futbolístico ni en ningún otro ambiente”.

–En otros ambientes hay una apertura que antes este tema no tenía. ¿Pasaría algo así en el fútbol? ¿Está preparada la comunidad futbolística para aceptar a un jugador que admita abiertamente su homosexualidad?

–Es un ambiente como cualquier otro de la sociedad, así que estimo que está tan preparado como la sociedad misma.

–Sin embargo, no existen futbolistas que admitan su homosexualidad. ¿Hay poco porcentaje de gays en el fútbol? ¿Tienen temor de revelar su orientación sexual?

–La verdad, no es un tema que haya pensado ni me plantee pensar.

Como se observa, al parecer es una cuestión difícil de tratar, incluso con quienes se animan a hacerlo.

A pesar de los picos entre Caniggia y Maradona o el beso inaugural en la televisión de los futbolistas gays que se emitió en Botineras, el camino que supo recorrer la sociedad para aceptar (con las limitaciones que todavía ostenta) las distintas formas de ejercer el amor y la sexualidad todavía no se cristaliza en los estadios, las concentraciones, los entrenamientos. Sin embargo, todo llega. Seguramente falta un tiempo, pero el fútbol es parte de la sociedad y, más tarde o más temprano, acompañará sus movimientos.

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