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Eduardo Solá, entre plumas y lentejuelas

Por Rafa Tano – (Revista Imperio)

Actor transformista, pianista y director, Eduardo Solá, el ex coequiper de Jean François Casanovas pone toda su energía sobre el escenario y dice que si no trabaja se muere. El recuerdo de Niní Marshall y los comienzos en El Vitral.

Eduardo Solám un procer del transformismo

 

Sentado en una butaca del teatro Margarita Xirgu, da media vuelta y al ver nuestra llegada saluda extrañado. “Vamos abajo que charlamos tranquilos”, invita amablemente este actor que acaba de estrenar y disfruta plenamente de las funciones de la obra “O juremos con plumas vivir”.

Eduardo es pura calidez; su delgadez angulosa, tallada en un rostro renacentista, con su cálida voz que acaricia el aire, relata los pormenores de su vida.

Para Solá el trabajo es la vida; erotiza su labor y eso se ve a la hora en que pisa un escenario. Su fuego es interno pero se hace visible.

Así, cuenta que su referente es Niní Marshall, quien lo amadrinó en sus comienzos, allá por los agitados años ´80, épocas de sótanos, de teatros pequeños, de prueba, de ensayo y error. Y de noches interminables, largas y agitadas noches. Recuerda “Una noche de ballet”, “donde bailábamos a través del humor. Justamente, con Guillermo Gil. Rubén (Barreira) nos produjo y fue el primer espectáculo que hicimos. Anduvo muy bien y todavía me emociono al recordar a Niní sentada en la primera fila del teatro El Vitral. Además, como si fuera poco, el vestuario era de Paco Jamandreu, quien era amigo de Rubén. Nosotros pagamos un avisito en el diario donde decía que los libretos eran de Niní y el vestuario de Jamandreu…Imaginate, ¡qué nivel! Ella fue muy generosa conmigo y eso me ayudó muchísimo. Enseguida me autorizó a usar sus libretos”, narra con verdadera gratitud.

Primeros pasos

Justamente esos comienzos fueron decisivos. Hasta su identidad cambió, y con razones justificadísimas. Su verdadero nombre es Gustavo Braga, “¡pero me dedicaba a dar clases de música en colegios católicos!”, exclama sonriendo, y sigue: “Un amigo mío, Juan Baustista, me puso Solá; es que hace veinticinco años, si me veían travestido actuando y se enteraban los curas, iba preso, o era un desaparecido.”

Su último espectáculo (Oh, Juremos con plumas vivir!) reunió a varios íconos de la movida gay de todos los tiempos, como Gustavo Liza, quien transitó todos los boliches gays de nuestro país, o La Divina Bijou, alma máter, junto al genial Pedro Cutuli, de Teleny, legendario boliche de los ´80 y parte de los ´90.

-¿Cómo encarás tus proyectos?
-Yo vivo con proyectos; no puedo estar sin tener uno. Yo anoto todo. Antes tenía un cajón, pero ahora lo guardo todo en la computadora. Se me ocurren cosas cuando veo situaciones específicas, en la calle, en todos lados.

-¿Y cómo te divertís, más allá del trabajo?
“Yo ya estuve mucho en la noche”, afirma mientras revuelve su segundo café con un poco de leche, en el exquisito restaurante del teatro, refinado y ameno. Su camisa bordó oscuro, los jeans azules, un equipo sobrio, acompañan la escenografía real. Esperamos al fotógrafo, que viene atrasado. Mis nervios contrastan con su tranquilidad. “Quedate tranquilo; esperamos, total yo tengo tiempo”, repite varias veces, con su calidez y su calma características.

El fotógrafo llegó finalmente. El posó como sólo un artista sabe hacerlo. Espero una vez más el momento decisorio: que juremos juntos “con plumas vivir”.

Fotos: Gabriel Bonnano y Duche-Zárate

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