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“Escribo sobre la diversidad porque soy parte de este colectivo”

(SentidoG)

"Santos de yeso" de Nicolás Sorrivas, la historia de una madre devota, su hijo gay y 21 figuras de yeso que guardan los más oscuros recuerdos. Domingos 20:00 hs en El Estepario (Medrano 484).

“Santos de yeso” de Nicolás Sorrivas, la historia de una madre devota, su hijo gay y 21 figuras de yeso que guardan los más oscuros recuerdos. Domingos 20:00 hs en El Estepario (Medrano 484).

 

Nicolás Sorrivas, profesor universitario y coordinador de la mesa Teatro e Identidad Queer del Congreso de Tenencias Escénicas de la Universidad de Palermo, acaba de debutar como dramaturgo y director con su obra Santos de yeso, estrenada el domingo pasado en El Estepario.

La pieza transcurre en el año 1955 en plena revolución libertadora y narra la historia de una madre devota, su hijo gay y 21 figuras de yeso que guardan los más oscuros recuerdos. Sus protagonistas son Matías Milanese en el rol de José María y Cecilia Sgariglia interpreta a Marta, su madre.

Sorrivas, oriundo de Coronel Pringles, al sur de la provincia de Buenos Aires, habló con SentidoG acerca de la inspiración detrás de Santos de yeso, de la peculiar experiencia de debutar como dramaturgo y director y del lugar que su obra ocupa dentro de la oferta de teatro queer de la cartelera porteña.

 

¿Cómo surgió la inspiración para escribir la obra?

Toda mi adolescencia la pasé rodeado de santos de yeso. Vengo de una familia católica apostólica romana. Fui a un colegio religioso. Y con mis compañeros de colegio formábamos el grupo que guiaba las misas del domingo a la tarde. Siempre me intrigaron las imágenes religiosas: sus cuerpos desnudos, torneados a la perfección, sus ojos llenos de dolor, de culpa… Claro que, por entonces, no tenía la menor idea de lo que podría esto significar. Simplemente sentía curiosidad. A los 15 años, mi mejor amigo me invitó a un retiro espiritual. Las chicas de mi colegio habían ido y lo habían pasado genial. Entonces, me entusiasmé con la idea de un “encuentro con Jesús”.

¿Y cómo resultó ser tu experiencia en ese retiro?

Cuando llegamos, me enteré que el retiro era con voto de silencio porque preparaba a esos jóvenes para transformarse en futuros sacerdotes. Una pesadilla. Tres días, encerrado en un convento, en el medio del campo, sin poder emitir una sola palabra, y rodeado de hombres dispuestos a dejarlo todo por Dios. Bueno, en realidad, sólo se nos permitía hablar durante la confesión. Y ahí se pudrió todo. Imaginate: seis de la mañana de un sábado de mayo, y yo confesando por primera vez que me gustaban los tipos. Creo que el sacerdote confesor me condenó a cada uno de los círculos del infierno. Y dejé de creer. Me costó muchísimo. Sentí mucha culpa durante años. Hasta que descubrí que esas figuras de yeso sólo eran eso. Y que mi cuerpo y mi sexualidad eran mi nueva verdad. Y empecé a creer, pero en otras cosas.

¿Hay algo de autobiográfico o que remita a hechos reales en el texto?

Dice la leyenda: “Los hechos y personajes de esta obra son ficticios, cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia”. Autobiográfico no. Quizás inspirado en algunos personajes de mi adolescencia. Hace tanto que me fui de Pringles que ya no sé si lo que recuerdo de verdad sucedió o comencé a creérmelo con el tiempo.

¿Cómo fue la elección de los actores?

Tardé mucho tiempo en encontrar al actor para el personaje de José María. Estaba encaprichado con que tenía que parecerse físicamente a James Dean. Y, de repente, apareció Matías Milanese, un joven actor formado con (Norman) Briski y (Claudio) Tolcachir. Había algo de Dean en su mirada, ese gesto de chico bueno mezclado con una pequeña dosis de rebeldía. Encontrar a la actriz para el personaje de Marta fue aún más difícil… Debía ser una actriz lo suficientemente dúctil para cambiar de un estado al otro; debía mirarme con ojos de madre, entre creyente y sobreprotectora, pero también con ojos severos, desafiantes; debía ser una mujer lo suficientemente guerrera como para convencerme de regalarle uno de mis personajes más queridos. Y así fue como encontré a la maravillosa Cecilia Sgariglia.

¿Por qué fue tan importante la figura de James Dean a la hora de buscar al actor?

Escribí Santos de yeso en el taller de dramaturgia de Pablo Iglesias. Desde el comienzo, Dean formaba parte de la trama. José María en un delirio, tenía una charla con Dean sobre Perón. Era todo tan poco realista que terminaron convirtiéndose en un único personaje. Él, un adolescente de los 50 que veía en Dean una figura a imitar, un enfant terrible cuyo final trágico lo terminaría convirtiendo en un mito. Para José María, Dean es eso que para Marta es Dios.

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¿Cómo ha sido el proceso del armado de la obra?

Con Matías venimos trabajando desde hace poco más de un año. Cecilia se incorporó al equipo a principios de marzo y, desde entonces, ensayamos sin parar. El texto se fue modificando con los actores, aprovechando este doble desafío de ser el autor y el director de la obra. Doble desafío y doble presión.

¿Cómo se ubica tu obra dentro del teatro de temática LGBT de la cartelera porteña?

Escribo sobre la diversidad porque soy parte de este colectivo. Porque lo que me intriga, me motiva, me emociona, me apasiona son las historias de hombres con otros hombres, o de mujeres con otras mujeres. Porque hay tanto por hacer en este mundo por la tolerancia que hasta me siento obligado a embanderarme por mi identidad, por las identidades diversas. Ahora, ¿es Santos de yeso una obra LGBT? Mi intención es que sea un poco más que eso, que sea una obra queer.

¿Cuáles son tus expectativas para esta primera temporada de la obra?

Santos de yeso es mi ópera prima. Si se me permite soñar, me gustaría llevarla por el mundo, de gira. Quiero conmover al espectador. Pero también quiero probarme como autor y director. En principio, serán ocho funciones que ojalá se conviertan en doce y nos quedemos hasta fin de año. Creo que lo que más me gustaría es llevarla al público de mi ciudad natal y ver sus reacciones. Hacerla andar por el interior.

En febrero organizaste una mesa debate sobre Teatro e Identidad Queer como parte del Congreso de Tendencias Escénicas de la Universidad de Palermo. ¿Cómo fue esa experiencia?

Altamente gratificante. Logré encontrar diferentes visiones que estaban hermanadas bajo una misma búsqueda: la de la identidad. Y, además, ¡logré darme cuenta del mambo que tenemos los dramaturgos LGBT con nuestras madres! El próximo año volveremos a repetirla, seguramente duplicando la apuesta con alguna sorpresa.

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Santos de yeso de Nicolás Sorrivas puede verse los domingos a las 20:00 hs en El Estepario (Medrano 484). Para más información, ingresar a la página de Facebook de la obra. Entradas en venta y reservas en la página de Alternativa Teatral. La obra cuenta con el auspicio de SentidoG.

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