Hace apenas un año, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, estaba en lo más alto. Molestos por sus derrotas en las elecciones intermedias de 2022, los republicanos señalaron con el dedo la lista de candidatos elegidos por Donald Trump que cayeron en la derrota. Por el contrario, DeSantis logró la victoria de manera aplastante, al tiempo que se hacía eco de muchos de los mismos temas del MAGA. Cuando anunció su candidatura presidencial, DeSantis parecía el futuro del partido post-Trump.
Eso parece hace mucho tiempo. Ahora, DeSantis finalmente ha admitido lo inevitable. Su campaña ha terminado y tiene que inclinarse ante el verdadero líder del Partido Republicano: Trump. Es un momento humillante para el gobernador, enterrado por el hombre al que pretendía enterrar.
DeSantis realizó una campaña que fue un desastre de principio a fin. Su anuncio en Twitter fue un fracaso lleno de fallas. Los cambios de personal y las historias de luchas internas persiguieron la campaña. La estrategia de DeSantis de capitalizar un buen desempeño en Iowa comenzó a erosionarse casi desde el primer día.
El mayor problema fue el propio candidato. Desde los elevadores que usaba para parecer más alto hasta la risa “desquiciada”, DeSantis era un candidato verdaderamente terrible en el camino. Habló con siglas que nadie entendió. Incluso avergonzó a una niña por beber un Icee en una feria de Iowa: “Eso es mucha azúcar, ¿eh?”
Mientras tanto, DeSantis vivía en una burbuja, negándose a conceder entrevistas a los principales medios de comunicación y viajando en aviones privados a un ritmo que estaba desangrando su campaña.
¡Y qué tarifa! Entre su campaña y su PAC, se estima que DeSantis ha gastado más de 35 millones de dólares sólo en Iowa. Eso equivalía a unos 1.500 dólares por cada voto que obtuvo en las asambleas electorales.
Después de su lamentable actuación en Iowa, DeSantis no tenía ninguna posibilidad real de conseguir la nominación. (Nikki Haley tampoco, pero eso no la detiene). En las encuestas, él estaba obteniendo cifras de un solo dígito en New Hampshire, el siguiente estado en votar. Al parecer, su campaña consideró adoptar una postura en Carolina del Sur, donde Haley era gobernadora, pero Trump ya ha conseguido el respaldo de la mayoría de los funcionarios republicanos del estado.
Así que ayer DeSantis cedió ante lo inevitable y puso fin a su ya muerta campaña.
Las inevitables autopsias señalarán todas las condiciones que llevaron al fracaso de DeSantis. La base republicana apoyó a Trump cuando fue acusado. Básicamente, Trump se postula como titular, con todas las ventajas que eso conlleva. Haley solidificó el voto en contra de Trump. Todos esos factores son ciertos.
Pero el mayor contribuyente al fracaso de DeSantis tiene que ser el propio DeSantis. Los signos de su falibilidad siempre estaban a la vista. DeSantis espera poder regresar en 2028, una vez que Trump termine su segundo mandato. (Esto supone que Trump dejará el cargo si lo gana).
Pero es difícil imaginar cómo DeSantis alguna vez se recuperará de su mayor defecto: él mismo.