El basurero gay Ludovic Franceschet se ha convertido en un favorito queer y en una sensación de TikTok después de publicar videos de él mismo realizando su trabajo.
“Yo no era nada. Gracias a mi trabajo como recolector de basura y mi trabajo paralelo de influencer, me convertí en alguien con convicciones, valores… y olores”, dijo.
Cada día comparte vídeos de su trabajo con más de 300.000 seguidores, para concienciar sobre la gestión de residuos y el medio ambiente.
Ludovic ha compartido su historia con los medios y en un libro, Plus tard, tu serás éboueurque se traduce aproximadamente como: “Más tarde, serás recolector de basura”.
El libro profundiza en su vida: crecer con un padre ausente y en el sistema de acogida, años de dormir en las calles y encontrar su vocación como recolector de basura. Incluso arroja luz sobre la forma en que se trata su profesión.
“Llego al final de la calle y hay una persona en la esquina escupiéndome. Dije: 'Vaya, eso es lo que implica (ser) un recolector de basura'.
“Y me dijeron: 'Sucio funcionario, te pagan para recolectar mierda'”.
Sin embargo, hay una cosa de la que rara vez habla: su sexualidad.
”Y luego dije: 'Mamá, tengo algo que decirte. Me gustan los chicos”, recuerda.
“Estuve en el ejército (21 meses). De hecho, me acosté con uno de mis colegas de allí y la gente se enteró. El comandante se enteró. Me dijo: 'Señor Franceschet, recoja su hoja de alta, no queremos este tipo de raza aquí'”.
Después de algunos años en la calle, Ludovic se convirtió en recolector de basura. Después de sufrir abusos verbales, convirtió el encuentro en su primer TikTok, que lanzó su carrera como influencer.
“Estoy perdidamente enamorado de París. Vine aquí precisamente porque sabía que la situación de un hombre gay es… a nadie le importa. Todo el tiempo que tengo lo dedico a mi planeta, recogiendo basura todo el tiempo. Pienso en mis videos, pienso en crear conciencia, así que no me tomo el tiempo para conocer chicos que realmente podrían encajar conmigo”.
Y eso significa que se siente solo.
“Cuando llego a casa, me siento en mi sofá y empiezo a llorar como un bebé. Esta soledad me va carcomiendo poco a poco, no se ve, pero duele.
“No es lo mismo cuando estás frente a tu pantalla que cuando estás compartiendo momentos sentimentales, acontecimientos de la vida, con tu pareja”.
Y su consejo para los demás es: “Sé tú mismo. Sin trucos, no tiene sentido. Abran su corazón, escúchense unos a otros y adelante”.
