Las duras palabras de Kamala Harris para quienes provocan disturbios muestran que ella es justo lo que los demócratas necesitan

Gabriel Oviedo

Las duras palabras de Kamala Harris para quienes provocan disturbios muestran que ella es justo lo que los demócratas necesitan

Kamala Harris ha basado su campaña en la alegría y las vibraciones positivas, y demostró esta semana que enfrentará el purismo moral común en el lado izquierdo del espectro político y se mantendrá firme como una optimista pragmática.

El miércoles pasado, en un mitin en Detroit, Harris fue abucheada por manifestantes que gritaban: “Kamala, Kamala, ¡no te puedes esconder! No votaremos por el genocidio”. Se referían a la guerra de Israel en Gaza.

Antes de su manifestación, Harris se reunió con los cofundadores del Movimiento Nacional No Comprometido, un grupo que quiere que el gobierno de Estados Unidos haga más para ayudar a poner fin a la guerra de Israel en Gaza. Escuchó “historias de personas en Michigan que han tenido decenas de familiares asesinados en Gaza. Los líderes pidieron reunirse con ella para hablar sobre la solicitud del embargo y dijeron que ella había indicado que estaba abierta a una reunión y dirigió a los dos líderes a su personal”, dijo. El New York Times informes.

Además, se negó a asistir al discurso del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ante el Congreso el mes pasado, a pesar de que, como vicepresidenta, preside el Senado. Luego se reunió con él y presionó por un alto el fuego, calificó la guerra de “devastadora” y presionó para que el ejército israelí se retirara por completo de Gaza. Esto contrasta marcadamente con Donald Trump, quien ha dicho que los únicos errores de Israel han sido de “relaciones públicas” y que Israel debería “terminar con su guerra” y “hacer el trabajo”.

A pesar de haber tenido una buena conversación con ella antes de la manifestación y de haber tenido la oportunidad de exponer sus argumentos para presionarla aún más sobre el tema, todavía la abuchearon como si ni siquiera valiera la pena tener una conversación con ella.

En un primer momento, respondió reconociendo a los alborotadores y pidiéndoles educadamente que se detuvieran: “Estoy aquí porque creemos en la democracia. La voz de todos importa. Pero estoy hablando ahora. Estoy hablando ahora”.

Pero eso no los detuvo, así que se lanzó a la yugular, arrancando un aplauso masivo del público: “¿Saben qué? Si quieren que gane Donald Trump, díganlo. De lo contrario, hablaré yo”.

En 2016, varios conocidos míos queer, de tendencia izquierdista o de extrema izquierda, expresaron un sorprendente apoyo a Trump. Claro, dijeron, sería terrible en casi todo, pero Hillary Clinton era igual de mala, insistieron, sin saber nada sobre sus posiciones políticas reales.

Una persona me dijo en ese momento que pensaba que Trump provocaría la revolución comunista mientras que Clinton apaciguaría a la gente lo suficiente como para reprimir dicha revolución.

Han pasado ocho años y… no creo que esa revolución esté sucediendo.

El purismo moral puede llevar a la inacción en la izquierda por muchas razones. Guiarse por creencias morales –en lugar de por la intolerancia o la codicia– puede ser complicado, ya que a la moral no le gusta hacer concesiones. En las elecciones de 2020 votaron más de 150 millones de personas, y la probabilidad de que dos candidatos puedan representar exactamente la visión del mundo y las posiciones sobre todas las cuestiones relevantes de más de un puñado de esas decenas de millones de personas es ínfima. Casi todo el mundo va a tener que hacer concesiones; es solo una cuestión de números.

Y el compromiso es necesario para actuar en una democracia. Los partidos Demócrata y Republicano son cada uno una coalición de ideologías diversas, unidas para tratar de obtener el 51% de los votos para algo más cercano a lo que creen sus electores que a lo que ofrece el otro partido. La acción, en un sistema así, sólo es posible con compromiso y humildad.

Los izquierdistas y los centroizquierdistas también tienden a ser escépticos respecto del poder en distintos grados, algo que les conviene. Ese escepticismo es excelente cuando se trata de críticas incisivas al status quo, pero se vuelve feo si quienes critican carecen de conocimiento sobre quién está en el poder y qué está haciendo.

Quienes son escépticos y no saben a dónde dirigir su escepticismo suelen recurrir a un cinismo sin cerebro. Las redes sociales han demostrado que el mero hecho de decir la peor interpretación posible de los pocos hechos que uno conoce realmente da como resultado el aplauso de otros que saben aún menos. Porque el objetivo de muchos es sentir que se reconoce su malestar general sobre cómo funciona el mundo, no aprender realmente cómo cambiar algo.

Por último, las personas que se encuentran en el lado izquierdo del espectro político tienden a analizar en exceso los problemas y a encontrar formas de estar en desacuerdo con quienes están de acuerdo con ellas en casi todo… y solo plantean esos conflictos con personas que comparten la mayoría de sus creencias. Es mucho más fácil y menos aterrador criticar a los liberales y a los izquierdistas en su cara (como corearle a Harris en un mitin) que llevar esas críticas a las personas que realmente necesitan escucharlas.

La campaña de Harris ha estado marcada por una alegría palpable. Nación LGBTQ John Gallagher señaló que ella es “toda sonrisas, exuberante, enérgica y optimista” en la campaña electoral. Conoce los problemas, pero no los ve con pesimismo. Entiende lo que está en juego (de ahí todos los cánticos de “No vamos a volver atrás”), pero nada es inútil.

En la manifestación de Detroit, demostró que la esperanza y la alegría no son sólo una cuestión estética. El verdadero optimismo se defiende a sí mismo, sabe lo que hay que hacer y proporciona el combustible necesario para trabajar en pos de ese objetivo.

Si bien no puedo decir con certeza por qué cada persona individual en ese mitin aplaudió cuando Harris mencionó el espectro de Trump ganando las elecciones cuando la abuchearon, sé que sentí alivio al ver que ella entendía lo que había que hacer (no demostrar pureza moral sino trabajar pragmáticamente para mantener a Trump fuera del cargo) y que tenía la asertividad y la confianza para decirlo directamente a las personas que necesitan escucharlo.

El canto de los manifestantes estaba equivocado. Harris no apoya el genocidio. Si alguien está realmente preocupado por salvar vidas en Gaza, entonces debería votar por ella y mantener a Trump fuera del cargo. Hasta los habitantes de Gaza están diciendo eso.

No debería tener dificultades para decir exactamente eso (y afortunadamente no las tuvo).

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