Fuente: Cromosomax/Vanity Fair
Lxs hermanxs Wachowski se hicieron tremendamente populares dirigiendo la trilogía ‘Matrix’. Hoy en día trabajan en la serie de Netflix ‘Sense8′. Pero hoy son noticia porque a partir de ahora hablaremos siempre de ellos como ellas, las hermanas Wachowski: Andy Wachowski anuncia que también es trans y se llama Lilly.
Larry y Andy son ahora Lana y Lilly. Lana Wachowski ya había salido del armario como trans en 2012, tras un largo proceso de transición. Ahora es Andy quien anuncia que se llama Lilly en un extenso comunicado en el que revela que había sido amenazada por un periodista del Daily Mail, que le quería obligar a dar la noticia con una entrevista exclusiva cuando aún no estaba cómoda para enfrentarse a la opinión pública. Lilly cuenta que el periodista se presentó este lunes en su casa pidiendo que revelara su identidad sexual, con lo cual no le ha quedado otro remedio que salir el armario al día siguiente y reventarle la exclusiva de esa “salida del armario bajo amenaza y contra mi voluntad“.
Lilly apunta además que el Daily Mail tituló en 2013 un artículo sobre una profesora transexual de la siguiente manera: “No solo está en un cuerpo equivocado… tiene un trabajo equivocado”. La profesora Lucy Meadows se suicidó tras esta publicación. Así es el comunicado con el que Lilly Wachowski sale del armario, para que los medios reflexionen a la hora de sacar del armario a las personas transexuales:
‘Hay un titular que llevo esperando este último año. Hasta ahora con temor y/o con exasperación. La “noticia” ha estado a punto de ser publicada al menos un par de veces”. Cada una de ellas ha sido precedida por un ominoso mail de mi agente: “los reporteros han estado pidiendo declaraciones en torno a la historia de “la transición de género de Andy Wachowski” que están a punto de publicar. En respuesta a esta amenaza de outing contra mi voluntad, he preparado una declaración que es una parte de orina, una parte de vinagre y 12 partes de gasolina.
Me imaginaba que esto podría dar lugar a unas cuantas historias sobre los peligros de hacer outing a personas transgénero y el horror estadístico del suicidio transgénero y el índice de asesinatos. Por no mencionar una pieza sarcástica “revelando” que mi padre se había inyectado en los testículos sangre de mantis religiosa antes de concebir a cada uno de sus hijas para prodcuir una camada de súper mujeres, totalmente empeñadas en la dominación femenina. Ok, súper sarcástico.
Pero no ha ocurrido. Los editores de estas publicaciones no han publicado una historia que era solo morbosa en sustancia y que podría haber tenido potencialmente un efecto fatal. Y siendo tan optimista como soy, estaba feliz de apuntarme al progreso.
Entonces anoche, mientras estaba preparándome para cenar, el timbre de mi casa sonó. De pie frente a mi porche se encontraba un hombre que no reconocí.
“Esto puede ser un poco incómodo”, dijo con su acento inglés.
Recuerdo que suspiré.
A veces es realmente complicado ser optimista.
Procedió a explicarme que era un periodista del Daily Mail, que era el medio de noticias más grande de Reino Unido y que no era un tabloide. Y que debía sentarme con él mañana, o al día siguiente o la semana siguiente, para que pudiera hacerme una foto y contar mi historia que es muy inspiradora. Y que realmente yo no quería que alguien del National Enquirer me siguiera, ¿no? Por cierto, el Daily Mail no es para nada un tabloide.
Mi hermana Lana y yo hemos intentando durante mucho tiempo evitar la prensa. Encuentro frustrantemente aburrido hablar de mi arte y una experiencia mortificante hablar de mi misma. Sabía que en algún momento iba a tener que salir del armario públicamente. Ya saben, cuando uno está viviendo como una persona transgénero fuera del armario… es algo difícil de ocultar. Solo quería/necesitaba tiempo para poner mi cabeza en su sitio, para sentirme cómoda.
Pero aparentemente no tengo derecho a decidir esto.
Después de que me diera su tarjeta y yo cerrara la puerta, empecé a pensar dónde había oído antes algo del Daily Mail. Fue el medio de comunicación que jugó un papel importante en el outing nacional a Lucy Meadows, una profesora de colegio y mujer transgénero en Reino Unido. Una editorial en ese medio “que no es un tabloide” la demonizaba señalando que podría ser una influencia dañina para la delicada inocencia de los niños y resumía “él no solo está atrapado en el cuerpo equivocado, también lo está en el trabajo equivocado”. La razón por la que supe de ella no fue porque era transgénero, sino porque tres meses después del artículo del Daily Mail, Lucy se suicidó.
Y ahora aquí está frente a la puerta de mi casa, casi como si pudieran decir “¡Aquí hay otro! Vamos a empujarlo fuera para que todos podamos echarle un vistazo”.
Ser transgénero no es fácil. Vivimos en un mundo de género binario forzado por una gran mayoría. Esto quiere decir que cuando eres transgénero tienes que enfrentarte a la dura realidad de vivir el resto de tu vida enfrentándote a un mundo que es abiertamente hostil a ti.
Yo soy una de las afortunadas. Tener el apoyo de mi familia y los medios para permitirme doctores y terapeutas me ha dado la oportunidad de sobrevivir al proceso. Las personas transgénero sin ayuda, medios ni privilegios no tienen este lujo. Y muchos no sobreviven. En 2015 la tasa de asesinato de personas transgénero alcanzó su número más alto en este país. Un horriblemente desproporcionado número de víctimas eran mujeres transgénero de color. Estos son solos los homicidios señalados como tales porque como no todas las personas transexuales encajan en los estrechos márgenes de las estadísticas de género binario, eso quiere decir que los números reales son aún más altos.
Y a pesar de que hemos avanzado mucho desde El silencio de los corderos, continuamos siendo demonizados y villanizados en los medios donde se nos retrata como potenciales predadores a los que se nos debe prohibir incluso usar el maldito baño. Las llamadas “bathroom bills” (facturas de baño) que están surgiendo por todo el país no mantienen a los niños a salvo, obligan a las personas transgénero a usar baños donde pueden ser agredidos o asesinados. No somos predadores, somos presas.
Sí, soy transgénero.
Y sí, he hecho la transición.
Estoy fuera del armario para mis amigos y mi familia. La mayor parte de gente en el trabajo también lo sabe. A todo el mundo le parece bien. Sí, gracias a mi fabulosa hermana que lo hizo antes que yo, pero también porque son gente fantástica. Sin el amor y el apoyo de mi mujer, mis amigos y mi familia, hoy no estaría donde estoy.
Pero estas palabras, “transgénero” y “transición” son duras para mí porque las dos han perdido su complejidad al ser asumidas por el “mainstream”. Hay una falta de matiz en tiempo y espacio. Ser transgénero es algo que durante mucho tiempo se ha entendido en referencia a la existencia de los dogmáticos términos “femenino” y “masculino”. Y sobre “transición”, implica un sentido de inmediatez, un antes y un después de un término a otro. Pero la realidad, mi realidad es que he estado haciendo una transición y estaré haciendo una transición toda mi vida, del infinito que existe entre hombre y mujer, como el infinito que existe entre el cero binario y el uno. Necesitamos hacer que el diálogo trascienda la simplicidad de lo binario. Lo binario es un falso ídolo.
Ahora, la estudios de género y la teoría queer dañan mi pequeño cerebro. Las combinaciones de palabras como el free jazz suenan inconexas y discordantes en mis oídos. Llevo mucho tiempo tratando de entenderlas, pero para mí son tan complicadas de entender como mi propia identidad. Tengo en mi oficina una frase de José Muñoz que me dio un buen amigo. A veces la contemplo tratando de descifrar su significado, pero la última frase resuena:
“Lo queer es esencialmente sobre el rechazo al aquí y al ahora y el empeño en que otro mundo es posible”.
Así que continuaré siendo tan optimista cargando a mi espalda la lucha por el progreso como si de la piedra de Sísifo se tratara, y en mi propia persona, siendo un ejemplo de que otro mundo es posible.’
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