Miles de personas marcharon en la Ciudad de México después de que el primer magistrado no binario de América Latina fuera encontrado muerto en su casa de Aguascalientes, México, el lunes.
La policía dice que Jesús Ociel Baena Saucedo fue encontrado junto a su pareja romántica, quien también falleció. La secretaria de Seguridad Federal, Rosa Icela Rodríguez, dijo a la prensa que no está claro si las muertes fueron “un homicidio o un accidente”.
El fiscal estatal, Jesús Figueroa Ortega, también afirmó que “no existen indicios ni indicios para poder determinar que en el lugar del crimen se encontrara una tercera persona distinta al fallecido”. Ortega dijo que las heridas probablemente fueron causadas por un objeto punzante como un cuchillo.
Pero los defensores de LGBTQ+ insisten en que el incidente sea investigado como un posible crimen de odio.
Alejandro Brito, quien dirige el grupo de derechos LGBTQ+ Letra S, dijo a Associated Press que Baena, quien fue muy pública sobre su identidad, era “una persona que recibió muchos mensajes de odio, e incluso amenazas de violencia y muerte, y no se puede Ignoren eso en estas investigaciones”.
“Si este fue un delito motivado por prejuicios, este tipo de delitos siempre tienen la intención de enviar un mensaje”, agregó Brito. “El mensaje es una intimidación, es decir: ‘Esto es lo que les podría pasar si hacen públicas sus identidades’”.
En mayo, Baena celebró ser la primera persona mexicana en recibir un pasaporte no binario. El miércoles 17 de mayo, con motivo del Día Internacional contra la Homofobia, la Bifobia y la Transfobia, el Ministerio de Asuntos Exteriores celebró un acto para celebrar su nueva política inclusiva y entregar el documento a Baena.
El pasado mes de octubre, Baena contó CNN en Español que, con su papel pionero, “quieren mandar el mensaje de que la población LGBTQ puede acceder a estos espacios, que hay una posibilidad, que tenemos gente con suficiente perfil que con méritos propios puede acceder a estos espacios donde se toman decisiones”. hecho.”
Los manifestantes en la Ciudad de México sostenían velas y banderas del Orgullo y coreaban, entre otras cosas, “Ociel no murió, los mató el Estado”.