Al conmemorar el Día Internacional contra la Homofobia, la Bifobia y la Transfobia (IDAHOBIT), es importante reconocer cómo las charlas “descaradas” ocasionales y las pequeñas bromas podrían considerarse microagresiones y ser bastante dañinas para las personas LGBTQ+.
No todos los ejemplos de homofobia, transfobia y bifobia son flagrantes. La verdad es que las palabras importan y es posible que algunas personas no se den cuenta de que están mostrando prejuicios porque podrían estar participando en microagresiones sin saberlo.
Las microagresiones son acciones, palabras y comportamientos que apuntan negativamente a una persona o a un grupo específico de personas, como la comunidad LGBTQ+.
Es posible que las personas no se den cuenta de que están haciendo un comentario o una acción microagresiva y es posible que no pretendan hacer daño a nadie. Pero las microagresiones pueden ser muy dañinas para quienes las experimentan.
Tipos de microagresiones
Las microagresiones existen principalmente de tres formas: verbal, conductual y ambiental.
Las microagresiones verbales son palabras y comentarios estigmatizantes e hirientes, aunque se hayan dicho sin esa intención. Por ejemplo, preguntarle a una pareja de lesbianas “¿cuál de ustedes es el chico de la relación?” refuerza el estereotipo de que toda relación romántica debe seguir un modelo heteronormativo con una pareja masculina y femenina.
Esta línea de cuestionamiento, independientemente de la intención, supone que es necesaria una persona “masculina” en la relación, independientemente de su orientación sexual. También invalida a la pareja en cuestión porque no se ajusta a la “norma”, lo que posiblemente los lleve a sentir que su relación no es tan válida como la de otras.
Una microagresión conductual es actuar de manera discriminatoria o hiriente, generalmente alimentada por un sesgo inconsciente: por ejemplo, un camarero en un restaurante ignora a una persona trans y atiende a una persona cis en su lugar. Este comportamiento es excluyente y también puede hacer que la persona transgénero se sienta invisible y sin importancia, lo que potencialmente refuerza su sentimiento de ser diferente o fuera de la norma.
Una microagresión ambiental es cuando ocurre una discriminación sutil en la sociedad. Un buen ejemplo serían los materiales de marketing de una institución de educación superior que no reflejan la diversidad de profesores y estudiantes de la universidad.
Cuando los materiales de marketing sólo muestran a un grupo en particular (a menudo la mayoría), se envía el mensaje de que la institución atiende principalmente a ese grupo. Los estudiantes de grupos subrepresentados podrían sentir que no serían bienvenidos o que no encajarían en el campus.
Cómo evitar cometer microagresiones
Cambiar comportamientos puede resultar bastante difícil, especialmente porque las microagresiones son una forma de sesgo aprendido. Sin embargo, se puede hacer.
Ante la denuncia de una microagresión, uno debe esforzarse por adoptar un enfoque abierto y receptivo. En lugar de ponerse a la defensiva o desestimar la situación, la situación se convierte en una oportunidad para escuchar con empatía. Reconocer el propio papel y asumir la responsabilidad de cualquier sesgo subyacente es clave.
El momento presenta una oportunidad para crecer y aprender. El compromiso con la educación superior y la voluntad de adaptar el comportamiento allana el camino para evitar errores similares en el futuro. Al tomar estos pasos, uno demuestra voluntad de aprender y fomenta un ambiente más respetuoso para todos.