El episodio comienza con Sullivan alejándose de la base para asistir a la boda de su antiguo amigo marino, Rob Maitra. Hace un sincero brindis por el honor y la hermandad antes de tomar un micrófono y cantar una balada para el primer baile de los recién casados. Pero bajo el encanto, el mundo interior de Sullivan se está desmoronando. En un sueño fugaz, se ve a sí mismo hablando con Wilkinson sobre amantes y guerreros, un momento imaginado que se disuelve cuando regresa a la pista de baile nupcial. Él se niega a unirse, demasiado abrumado por sus emociones para fingir otra sonrisa.
De vuelta en el campo de entrenamiento, Cameron lucha con sus propias distracciones, concretamente con su nuevo compañero de litera, Jones. En el área de la ducha, está perdido en sus pensamientos, repitiendo cada pequeña sonrisa y preguntándose si hay algo más entre ellos. Su monólogo interno oscila entre la esperanza y la duda, mientras contempla los riesgos de captar sentimientos en un lugar que no los tolera.
Al día siguiente, durante el entrenamiento de camuflaje, los reclutas se pintan la cara unos a otros. Cameron le cuenta a Ray sobre su nuevo amor platónico y le dice que cree que Jones también podría ser gay. Antes de que Ray pueda procesarlo, vomita en medio de la conversación, cubriendo a Cameron en vómito, una abrupta prueba de la realidad, si es que alguna vez la hubo.
Mientras tanto, es la mañana después de la boda y Sullivan está sentado leyendo el titular de un periódico sobre los marines tomando medidas enérgicas contra la actividad homosexual. Rob Maitra entra y confiesa que fue él quien denunció a Wilkinson después de que Sullivan se fue de Guam. Ahora está claro por qué comenzó la investigación del NCIS y por qué Sullivan parece no poder dejar atrás su culpa.
De vuelta en las literas del Pelotón 2032, Santos está vendiendo artículos aleatorios por veinticinco centavos, confundiendo a todos. Jones se cuela en la oficina, encuentra los dulces de Werther en el escritorio de Howitt, se guarda algunos y luego le pasa uno a Cameron, un pequeño acto que deja a Cameron sonriendo.
Durante el entrenamiento de navegación terrestre, Cameron y Jones se emparejan y comienzan a jugar Verdad o Reto. Jones admite que se unió a los Marines por capricho después de una mala ruptura y porque su reclutador era lindo. Cuando Cameron finalmente baja la guardia, Jones pregunta cómo es ser gay en el campo de entrenamiento. Después de una larga pausa, Cameron responde simplemente: “Agotador”. Es la primera vez que realmente lo admite en voz alta. Los dos comparten comprensión, en parte empatía y en parte tensión.
En otra parte, Santos se escabulle para hacer una llamada por cobrar a casa de su hija y lo atrapan. En la enfermería, Ray coquetea con la chica que conoció antes y le habla sobre su familia y los estrictos ideales de su padre. El contraste entre su rígida visión del mundo y la despreocupada de ella crea un momento sorprendentemente dulce.
De regreso a la base, Sullivan nota la química entre Cameron y Jones e inmediatamente comienza a sospechar. Más tarde, Cameron sigue a Jones al baño, malinterpretando las señales, se inclina para darle un beso, solo para darse cuenta de que Jones camina sonámbulo y comienza a orinar en mitad de la escena. A la mañana siguiente, el pelotón se ve obligado a limpiarlo, lo que agrava la situación.
En el foso de pelea, Sullivan llama a Cameron para una demostración, superándolo fácilmente y usándolo como lección de control. Luego discute con Jones, insinuando un trato, un alta médica a cambio de un favor. Cameron presiona a Jones más tarde para que le dé más detalles, pero Jones solo se encoge de hombros: “Que se joda Sullivan”.
La tensión alcanza su punto máximo cuando la sesión de entrenamiento del pelotón se sale de control. Jones llama a Cameron “maricón”, lo que provoca flashbacks y rabia. Cameron estalla, golpeando a Jones delante de todos. McKinnon interviene furioso y dice: “Eso no fue entrenamiento”.
Esa noche, un Sullivan borracho llama a Fajardo y le habla de los tatuajes que él y Wilkinson comparten, los mismos que podrían haberlos delatado. Su culpa lo está comiendo vivo. Cuando un extraño se topa con él en el bar, Sullivan balancea su jarra de cerveza y el arrebato revela lo cerca que está de perder completamente el control.
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