Heap Earth Upon It cover and an picture of Chloe Michelle Howart

Esteban Rico

Chloe Michelle Howarth sobre la obsesión, la represión y la escritura queer en la Irlanda de los años 60

Después de su aclamada primera novela, Bronceadola autora Chloe Michelle Howarth ha regresado a la Irlanda rural con Amontona la Tierra sobre ella, un drama familiar con tintes góticos ambientado en los años 60.

SentidoG se reunió con Howarth para hablar sobre la obsesión, la represión y la escritura queer en la Irlanda de mediados del siglo XX…

Para los lectores nuevos en su trabajo, ¿cómo presentarían el nuevo libro en una o dos oraciones?

Es un drama familiar con múltiples perspectivas ambientado en la Irlanda rural de los años 1960. Hay obsesión sáfica, represión, una creciente sensación de temor y un pueblo que no está seguro de qué hacer con la extraña y herida familia que llega de repente (allí).

¿Qué te atrajo de regreso a la Irlanda rural como escenario y qué te pareció diferente al escribirlo esta vez en comparación con Bronceado?

Gravito instintivamente hacia la Irlanda rural. Con Bronceadoestaba escribiendo los años 90, que es mi propio paisaje. Pero la década de 1960, aunque sólo 30 años antes, requirió muchas excavaciones. Había que investigarlo todo, hasta lo que había en los cajones de la cocina.

yo escribí montón de tierra en Inglaterra, y esa distancia idealizaba aún más el lugar. Me emborraché con archivos antiguos (de la estación de televisión) RTE, fiestas del pueblo, granjas, las mejores actuaciones del domingo, para asegurarme de que el pueblo tuviera esa mezcla de belleza y amenaza.

Portada del libro Montón de Tierra sobre ella

¿De dónde viene el título y cuándo supiste que era correcto?

Proviene de aquella vieja frase: la sensación de enterrar algo por completo, dejar que se hunda y se pudra. En el momento en que me di cuenta de qué se trataba realmente la novela, de lo que intentamos reprimir: el deseo, la vergüenza, la historia, supe que tenía que ser el título.

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El ambiente es asfixiante de la mejor manera. ¿Qué investigación te ayudó a desarrollar esa sensación de claustrofobia?

Se trataba menos de “lo que pasa” y más de lo cerca que están todos. En esas aldeas no se necesita violencia para sentirse atrapado. Necesitas tazas de té, cortinas y vecinos que siempre sepan dónde has estado.

¿Cómo creaste tensión sin caer en el melodrama?

Reescribí constantemente. Agregué capas a la historia en lugar de realzar el drama, y ​​las perspectivas cambiantes ayudan. No nos quedamos sentados dentro de la espiral de una persona el tiempo suficiente para que se sobreexcite. Justo cuando alguien está al borde del exceso emocional, nos movemos.

El punto de vista está muy controlado. ¿Cambió esa estructura durante las revisiones?

Dramáticamente. Redacté el libro varias veces, haciendo de cada hermano el protagonista. Tuve que vivir dentro de todos ellos antes de decidir qué momentos de la historia importaban. Incluso consideré la perspectiva de Bill en un momento dado, pero al final la voz de Betty también fue esencial. Ella ancla el peligro y la esperanza.

Bill y Betty, los nuevos vecinos de los hermanos, son catalizadores a lo largo de la historia. ¿Cómo te aseguraste de que fueran sus propios personajes?

No podían ser simplemente recursos argumentales. Necesitaban dignidad, sus propias decepciones y ternura. Han anhelado tener hijos. Los hermanos llegan y despiertan ese deseo. Ahí es donde reside el peligro.

Escribir lo queer en la Irlanda de los años 60 tiene mucho peso social. ¿Qué limitaciones históricas dieron forma a eso y qué decidiste subvertir?

La mayor limitación fue el silencio. No había un vocabulario para lo queer, ni un espejo en el que reconocerse. Anna no está reprimida porque esté “equivocada”, está aterrorizada porque no tiene lenguaje. Me encantó subvertir la expectativa de que lo queer sería el escándalo. Para Betty, el problema no es el enamoramiento de Anna, sino las consecuencias del secretismo y la educación. Lo queer en sí no es el peligro, sino el mundo que lo rodea.

La rareza de Anna se siente fantasmal. ¿Fue eso intencional?

Sí. Entonces, lo queer era a menudo experimentado así. Ella está alcanzando sin saber lo que está alcanzando.

El deseo en la novela se siente sagrado y peligroso. ¿Cómo abordaste la escritura de intimidad bajo vigilancia?

Amo el anhelo, amo el anhelo: esos pequeños gestos sagrados e insoportables. El deseo se vuelve casi un secreto. La vergüenza también es parte de ello. La desesperación de Tom por la aprobación de Bill, por ejemplo, le parece casi sagrada.

Finalmente, ¿puedes darnos tres palabras que describan el regusto del libro?

Terroso, pantanoso, cobrizo. Como sangre en la lengua.

Montón de tierra sobre él está disponible ahora.

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