Buenos Aires – (www.SentidoG.com)
Entre los varones gays existe (por suerte) un amplio espectro de personalidades. Y entre los rasgos que caracterizan nuestra identidad está el hecho de ser más o menos masculinos (o más o menos femeninos, según como se prefiera expresar). A quienes sean auténticamente masculinos, les damos nuestra mejor bienvenida a la diversidad de esta comunidad. Pero en este posteo nos dedicaremos a aquellos que “ponen un especial esfuerzo” por lucir o actuar como más masculinos; por aparentar ser, en definitiva, los más machos.
Nos referimos, claro está, a aquellos que en sus perfiles de los sitios de contactos para hombres gays se presentan como “hombre real”, “cero ambiente”, “sin plumas”, o simplemente, “macho”. A aquellos que, luego de tener sexo con otro hombre, se burlan de él con sus amigos, enumerando los rasgos que lo delatan como “poco masculino”. Y a aquellos que nos ofrecen como consejo de buen amigo que no nos conviene ser “demasiado gay”.
Planteado el sujeto de nuestra saña, la pregunta que sigue es simple: ¿por qué lo hacen?, ¿por qué invierten tiempo y esfuerzo en cuidar y expandir esa aura de masculinidad exacerbada? En nuestra humilde opinión, encontramos dos respuestas posibles (evidentemente, la nuestra es además una opinión limitada), que a continuación resumimos.
1. Superioridad social
La mayoría de los hombres gays, durante más o menos tiempo, hemos puesto especial atención en el cuidado de nuestra masculinidad, allá cuando todavía nos encontrábamos dentro del clóset. Es que aún hoy solemos asociar masculinidad con hombre heterosexual. Y lo hacemos porque continuamos condicionados por una lamentable escala de jerarquías, según la cual el hombre heterosexual es socialmente superior al hombre homosexual.
De acuerdo con el activista y bloguero Raymond Miller, “vivimos en una sociedad patriarcal que otorga poder a los hombres y a la masculinidad, por lo que todavía padecemos una cultura que rinde tributo al hombre heterosexual ideal. Y la mejor prueba de ello podemos encontrarla en la familia: un hijo gay a menudo cree que debe abrazar estereotipos masculinos heterosexuales para lograr ser aceptado por sus padres”.
¿Será entonces que los “cero ambiente” se sienten socialmente superiores al resto de los varones gays?
2. Fetichismo
No podemos negarlo. En nuestra comunidad hay una exaltación de la masculinidad. ¿Quién no se ha calentado alguna vez con los estereotipos masculinos de Tom of Finland? ¿Cuántas veces hemos escuchado (y hemos dicho) que nos gustaría tener por novio a Ben Cohen? ¿Cuántos sitios webs se dedican a ofrecer la fantasía de coger con un hétero (bien machito, por supuesto)?
Acerca del ideal de masculinidad en los hombres gays, el profesor Kane Race de la Universidad de Sydney recuerda “la emergencia de una cultura clon, en los años setenta y ochenta, que supo erotizar la masculinidad, como reacción a los viejos estereotipos que feminizaban al hombre gay”.
¿Será entonces que el “macho gay” se esfuerza tanto, porque eso es lo que nos calienta a los demás?
A un paso de la homofobia
Ya sea por creerse superior o por satisfacer un fetiche, la exacerbación de lo masculino conlleva un riesgo evidente: la desacreditación de lo femenino. Y en una comunidad de varones gays, esta desacreditación puede hacerse carne contra aquellos que sean menos masculinos o más femeninos, acercándonos peligrosamente a una situación de homofobia.
Si la valentía es un rasgo asociable con la masculinidad, recordemos que no hay nada más valeroso que vivir y actuar como realmente somos. ¡Un voto por la autenticidad!
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Etiquetas: hombres gays