El sábado en Malmö, Suecia, el primer puesto del Festival de la Canción de Eurovisión fue otorgado por primera vez a un intérprete no binario.
El cantante suizo Nemo arrasó con la mayor cantidad de votos en la final por su interpretación de The Code, en la que el atlético joven de 24 años giraba en un vertiginoso tocadiscos, vestido con medias y una falda de animadora rematada con un dulce de plumas en rosa y rojo.
“Esta historia es mi verdad”, cantó Nemo, mientras el público se unía al unísono al pegadizo gancho de la canción: “¡Whoa-ooh-oh-oh!”
La victoria fue un raro momento de unidad en la 68ª edición del popular concurso de canto paneuropeo, que ha estado sumido en la controversia desde que el organizador del concurso, la Unión Europea de Radiodifusión, se negó a excluir a Israel en el programa de este año debido a las objeciones de los participantes y Fanáticos que se oponen a la guerra en curso en Gaza luego del ataque de Hamas a Israel el 7 de octubre del año pasado.
Otro participante no binario, Bambie Thug de Irlanda, presionó para incluir mensajes a favor de Palestina como parte de su puesta en escena y fue rechazado. Thug se vio obligado a quitarse un tatuaje de la cara que decía “alto el fuego” en la antigua lengua celta de Ogham.
“Que se joda la UER, ya ni siquiera me importa”, dijeron a los periodistas después de la victoria de Nemo.
Los abucheos llenaron el estadio cuando el participante israelí Eden Galen subió al escenario y durante el segmento de votación del programa cada vez que se mencionaba a Israel.
Otros fanáticos calificaron la inclusión de la patria judía en el concurso como “lavado de arte”.
A pesar de la mala recepción, Israel quedó quinto entre 36 países en la final.
Holanda, el país número 37 en clasificarse, fue expulsado después de que la policía sueca descubriera que su país había amenazado violentamente a una operadora de cámara.
Horas antes de que comenzara la final, Joost Klein, favorito para ganar el concurso, fue descalificado tras un supuesto altercado verbal que casi desembocó en violento. Según testigos, Klein se negó a ser filmado después de su actuación en la semifinal del jueves y reaccionó cuando el operador continuó disparando a pesar de sus objeciones.
La descalificación holandesa provocó más abucheos del público durante el final cada vez que el principal productor de la UER aparecía ante la cámara con un recuento de votos.
Más controversia asistió a la aparición de Nemo en los segmentos de la “sala verde” del programa, donde agitaron alegremente la bandera no binaria después de que se les dijera a los concursantes y se prohibieran otras exhibiciones “políticas”.
Sin embargo, después de la victoria de Nemo, la UER pareció abrazar la “política” de la violación del cantante con un homenaje en Instagram que rima.
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Como si todas las demás grietas en el tema del programa de 2024, “Unidos a través de la música”, no fueran suficientes, el trofeo de Nemo se rompió momentos después de que se lo entregaran. La cantante no desperdició una buena analogía.
“El trofeo se puede arreglar, tal vez Eurovisión también necesite arreglarse un poco, de vez en cuando”, dijeron entre aplausos del público.